domingo, 13 de abril de 2008

Poncio Pilatos

Poncio Pilatos

Ecce Homo, obra de Antonio Ciseri donde puede verse a Poncio Pilato presentando a un azotado Jesús de Nazareth ante el pueblo de Jerusalén.
Ecce Homo, obra de Antonio Ciseri donde puede verse a Poncio Pilato presentando a un azotado Jesús de Nazareth ante el pueblo de Jerusalén.

Poncio Pilato, también conocido como Pilatos (en latín, Pontius Pilatus), prefecto de la provincia romana de Judea entre los años 26 y 36 de nuestra era.

Los detalles de su biografía antes y después de su nombramiento como prefecto son desconocidos, pero han sido suplidos por la leyenda, la cual incluye el supuesto nombre de su esposa, Santa Procula (fue canonizada como santa por la Iglesia Ortodoxa) y el probable nacimiento de Pilatos en Tarraco. Es santo para la Iglesia ortodoxa etíope.

Fue designado procurador de Judea por Tiberio, a instancias de su prefecto pretorio, Lucio Elio Sejano, adversario de Agripina y señalado como antisemita.

Intentó romanizar Palestina sin éxito, introduciendo imágenes de culto al César, y trató de construir un acueducto con los fondos del Templo. Las desaveniencias con el pueblo judío le llevaron a trasladar su centro de mando de Cesárea a Jerusalén para controlar mejor las revueltas. Pilatos enfrentaba además grupos extremistas entre los que se contaba Barrabás quien había asesinado a un soldado romano. Estos grupos subversivos daban mucho quehacer a Pilatos.

Pilatos y su nexo con la historia

Pilatos habría pasado desapercibido por la historia de no haber sido actor de primera línea en un hecho histórico-religioso.

Pilatos era un gobernador romano que actuaba con un cierto grado de dureza respecto de los grupos disidentes de Roma, era además obligadamente respetado por la autoridad judía, pero aunque tenía contacto con Herodes, procuraba rehuirlo.

El hecho que hace histórico a Pilatos es el ajusticiamiento de Jesús de Nazaret que es presentado a Pilatos como un enemigo de los judíos por parte del Sanedrín y que intenta además abolir la figura de César.

Pilatos al interrogarlo declara que no halla culpabilidad en él, sin embargo, los fariseos y saduceos obligan a Pilatos a ejecutarlo aduciendo que se eleva por sobre la figura del César, a lo que Pilatos al final cede.

Procula, su esposa le advierte que el hombre cuya vida está en sus manos es un santo porque en sueños se le ha manifestado y Pilatos resuelve aplicar la ley de los judíos con Jesús presentándolo ante el pueblo junto con Barrabás, capturado cuando intentaba otro atentado.

La fiesta judía exponía la salvación de uno de los condenados que se presentasen. Los judíos eligen a Barrabás y Jesús es condenado a la crucifixión.

Pasado este evento se sabe que Poncio Pilatos tenía cierto contacto con Herodes regularmente, posteriormente marchó a Roma luego de un conflicto con Vitelio. El gobernador de Siria, Vitelio, destituye a Pilatos en el 36 ó 37, debido a la dureza con que reprimió a los samaritanos en el Garizín. El emperador Calígula lo desterró a las Galias donde probablemente murió según otras fuentes históricas, también se dice que se suicidó.

En su novela histórica documentada "Poncio Pilatos", el profesor de historia clásica Paul L. Mair, sugiere que Pilatos pudo verse influido en su decisión de condenar a Jesús, por el hecho de que, tras descubrirse la conspiración de Lucio Elio Sejano, prefecto del Pretorio, para usurpar el poder imperial en perjuicio de Tiberio, y tras la muerte por envenenamiento de Druso, el hijo del emperador, causada por Sejano, Tiberio decidió reprimir duramente a todos los partidarios y asociados a Sejano.

Este profesor también sugiere que, como Pilatos había sido promovido a su cargo de prefecto de Judea por influencias de Sejano, tras la muerte de éste se sintió amenazado y obligado a obedecer en todo al emperador, para no provocar su recelo ni volverse sospechoso de conspiración y ser por lo tanto perseguido como partidario de Sejano. También, el autor referido supone que, al haber tenido Sejano una marcada política antisemita, tras su muerte el emperador Tiberio ordenó a Pilatos modificar el trato hacia los judíos en su país, principalmente el respeto irrestricto a sus creencias religiosas. De tal manera que, al momento en que Jesús se enfrenta al Gran Sanedrín que lo acusaba de blasfemo para matarlo, Pilatos se encontraba en una situación comprometida, ya que no le resultaba conveniente desafiar ni contradecir a las autoridades religiosas judías, por lo que, aunque nunca llevó una relación amistosa con ellas por ser un contrapeso para su poder, se vio obligado a darles la razón y conceder la ejecución de Jesús, aún sin creer en su culpabilidad. Ya que, como este historiador retrata a Pilatos como una persona indiferente aún frente a la religión romana, y mucho más frente a la judía, para Pilatos, según el autor, el que Jesús se proclamara un "rey" espiritual, resultaba insignificante, pero no lo era que fuera acusado como supuesto enemigo político del emperador y menos si los acusadores eran los miembros del Senado judío, con los que Pilatos compartía el poder en Palestina.

Sobre la intervención de Herodes Antipas en el juicio de Jesús, Paul L. Mair tiene la teoría de que, por una parte, Pilatos no deseaba dar la razón al Sanedrín para ejecutar a Jesús sólo por un cargo religioso de blasfemia, porque eso significaba doblegarse al poder del Sanedrín y convertirse en un mero ejecutor de sus órdenes, algo con lo que Pilatos no estaría personalmente de acuerdo porque le disgustaba tener que compartir autoridad con los sacerdotes judíos. Y, por otra parte, Pilatos tampoco llevaba una buena relación con Herodes Antipas, ya que consideraba a éste como un enemigo político y un espía que intrigaba en su contra ante el emperador romano, en su intento porque se eliminara la prefectura de Judea y se restaurara a su favor el antiguo imperio de Herodes el Grande. Por lo cual, con el pretexto de ser Jesús galileo, pero sobre todo de que Herodes era mejor conocedor de la religión judía que él, Pilatos aprovecha la argucia legal para enredar a Herodes Antipas en el problema, tratando de provocar que fuera Herodes quien ejecutara a Jesús, sobre todo para incrementar su desprestigio ante sus súbditos galileos, que ya le despreciaban por la ejecución de otro profeta, Juan el Bautista. Pero Herodes no cae en la trampa, y según el escritor, habría eludido juzgar y ejecutar a Jesús, no porque creyera en su inocencia, sino porque justamente no quería volver a jugar el papel de asesino de profetas. Por todas esas circunstancias, es decir, tanto por el deseo de no ceder ante la presión de los sacerdotes judíos ni darles la razón en sus acusaciones religiosas, como por la negativa de Herodes para hacerse cargo del caso, es que, según el escritor, Pilatos habría decidido juzgar personalmente a Jesús según el procedimiento de la ley romana. Es decir, Pilatos habría decidido, en lugar de limitarse a convalidar y ejecutar la condena a muerte impuesta por el Sanedrín, juzgar íntegramente el caso en su papel de administrador de justicia y según las leyes romanas y no judías.

Paul L. Mair especula que, como el Gran Sanedrín había empezado por atribuir cargos meramente religiosos a Jesús, a los que Pilatos no dio ninguna importancia, el consejo judío se vio obligado a inventarle cargos de tipo político, como el ser un subversivo y enemigo del César. Justamente, en ese punto el referido escritor, supone que los sumos sacerdotes judíos podrían haber presionado a Pilatos, al hacerle la observación de que, si no castigaba a un líder rebelde al imperio, como supuestamente sería Jesús al proclamarse "Rey de los Judíos" desafiando al César, con eso se convertiría él mismo en un cómplice de rebelión contra el emperador. Lo que, desde luego, habría representado una seria amenaza para Pilatos, porque en su delicada situación, provocar el enojo del César podría haberle representado su propia muerte.

El autor sugiere que Pilatos literalmente se vio obligado a condenar a Jesús para salvar su propia vida, y que para justificar la ejecución, ya que no creía en cuestiones de religión judía, en su informe oficial Pilatos refirió que había condenado a Jesús como responsable del cargo de "lesa maiestas" o rebelión contra el emperador. Incluso, el escritor alude por una parte, a una supuesta correspondencia donde el propio Tiberio amenaza a Pilatos con examinar a fondo su relación con Sejano si le desobedecía en lo más mínimo en su nueva política pro-judía, y también especula que Pilatos, tras ordenar la ejecución de Jesús, habría hecho notar a su esposa, que su propia vida y carrera estaban en juego, porque liberar a quien se hacía llamar rey, habría representado un insulto supremo al emperador, y estando éste receloso de su relación con Sejano, podría haber significado el arresto del mismo Pilatos y, en el peor de los casos, su ejecución como asociado de Sejano.

El escritor a que nos referimos, entiende que Pilatos nunca quiso sinceramente salvar a Jesús, es decir, no lo intentó por simpatía hacia él, sino sólo para confrontarse con los senadores judíos, y para tratar de demostrarles que no estaba dispuesto a ceder tan fácilmente a sus presiones. Pilatos según el autor despreciaba hasta cierto punto a los judíos en general por ser tan difíciles de gobernar y también a los sacerdotes judíos. Incluso, propone que el letrero que Pilatos colocó encima de la cruz con la frase "Jesús Nazareno, rey de los judíos", no era honorífico, sino un escarnio hacia todo el pueblo judío, pues por las palabras que el autor pone en boca de Pilatos, los judíos "se merecen un rey como éste". También, sobre el episodio de haberse lavado las manos por la condena a muerte de crucifixión, el escritor parece sugerir que Pilatos, más que querer descargarse en su conciencia por haber ordenado la condena, lo que quería era simplemente transferir la responsabilidad de la decisión a los judíos, en especial a los sacerdotes, y dar así a entender, que lo había decidido no porque estuviera convencido sino sólo porque había sido presionado.

Paul L. Mair menciona el episodio de la rebelión del monte Gerizim y la destitución de Pilatos como prefecto, así como su llamado a Roma para dar cuentas de su administración. Sin embargo, sugiere que Pilatos ya no llegó a enfrentarse con Tiberio, quien le esperaba muy enfadado por su forma de reprimir esa rebelión, pero quien supuestamente habría muerto antes de la llegada de Pilatos. En cambio, el escritor propone un escenario donde Pilatos sería juzgado por el incidente, personalmente por Calígula, sucesor de Tiberio, y sería sujeto burlonamente a una condena de destierro por influencias e intrigas de Julio Herodes Agripa, sobrino de Herodes Antipas y favorito del mismo Calígula.

También en la novela indicada, se reconstruyen ciertos episodios del gobierno de Pilatos en Judea, como la primera rebelión que tuvo que enfrentar a causa de que unos soldados romanos en la Fortaleza Antonia, emplazada frente al templo de Jerusalén, tuvieron la ocurrencia de ondear estandartes con los bustos de Julio César y Octavio y de quemar incienso frente a ellos, lo que los judíos interpretaron como idolatría y profanación de su ciudad. Se indica que Pilatos tuvo que controlar esta revuelta concentrando y amenazando con ejecutar a un gran número de judíos en el estadio de Cesárea. También se habla de otra gran revuelta con motivo de la construcción de un acueducto. Pilatos supuestamente había tenido la intención de mejorar el suministro de agua para la ciudad, trayendo el líquido de los montes circundantes, pero por el alto costo del proyecto, tuvo la idea de pedir fondos del tesoro del templo para financiar, enterado de que los donativos de los fieles judíos eran muy altos y llegaban de todo el mundo conocido. Los sacerdotes judíos se habrían negado en principio, alegando que el Corbán o tesoro del templo era sagrado, pero después accedieron bajo dos condiciones: primero, que Pilatos no dijera el origen de los fondos y segundo, que el principal depósito de agua se concentrara justamente en las cisternas debajo del templo. Sin embargo, según la novela los judíos terminaron por descubrir el origen de los fondos, y los sacerdotes judíos alegaron que los habían forzado a cooperar, por lo que sintiendo nuevamente profanada su ciudad, los judíos desafiaron a Pilatos en una manifestación de varios días, que se resolvió cuando, de acuerdo al relato, Pilatos hizo que varios de sus soldados se mezclaran entre los revoltosos, disfrazados de civiles, y que los atacaran y aplacaran por sorpresa. Esta acción se describe como sumamente cruel sobre todo porque Pilatos ordenó atacar a los inconformes a pesar de que no estaban armados.

Igualmente se describe que la situación de Pilatos en Judea era sumamente difícil no sólo por la frecuencia de las revueltas de los inconformes judíos, sobre todo los del partido zelote de Galilea, sino porque la provincia era despreciada por la administración imperial, de modo que según el autor, Pilatos en tiempos de Jesús apenas habría dispuesto de unos tres mil soldados (seis cohortes) para controlar toda la provincia. Ya que el prefecto Pretorio, Sejano, se habría negado persistentemente a incrementarle las tropas, alegando que la provincia de Siria, la más importante del oriente, reclamaba mucha más protección por estar en los confines del imperio. Por todo esto, se indica que Pilatos no podía permitir que ninguna revuelta creciera demasiado.

Llegando más al terreno de la ficción, Paul L. Mair narra una supuesta relación de Pilatos con Cornelio, el centurión convertido después al cristianismo por el apóstol Pedro, sugiriendo que Pilatos habría conocido al centurión durante el servicio de éste en Judea. También, el escritor inventa un encuentro entre Pilatos y Saulo -después conocido como San Pablo- durante su viaje de regreso a Roma para su juicio, en el que el predicador habría hecho notar al ex-prefecto la trascendencia de su condena contra Jesús. También, propone una relación de amistad entre Pilatos y Casio Quereas, tribuno de perfil republicano que habría participado en el asesinato de Calígula, asesinato que, de nuevo, le permitiría a Pilatos conservar la vida ya que, dentro de la narración, Pilatos era visto como uno de los candidatos a morir por las arbitrarias ejecuciones de Calígula.

Por último, Paul L. Mair sugiere que Pilatos habría sobrevivido al reinado de Calígula, que habría presenciado el ajusticiamiento de Casio Quereas por orden del emperador Claudio y que, ya anciano, habría empezado a darse cuenta de la dimensión de la figura de Jesús y de su papel en la crucifixión, e incluso, que el propio Pilatos habría tenido que aceptar que, sin ese episodio, su ambíción personal de pasar a la historia estaría frustrada.

El propio Paul L. Mair, tanto en el prólogo como en el epílogo de su libro, indica que sus explicaciones sobre la actuación de Pilatos en el juicio de Jesús, son especulaciones personales basadas en las escasas evidencias históricas sobre el prefecto de Judea.

No existen muchos datos más acerca de Pilatos, a excepción de las que le relacionan con la muerte de Jesús de Nazaret:

  • Apareció en este tiempo Jesús, un hombre sabio. Fue autor de hechos sorprenden­tes; maestro de personas que reciben la verdad con placer. Muchos, tanto judíos como griegos, le siguieron. Algunos de nuestros hombres más eminentes le acusaron ante Pilato. Este lo condenó a la cruz. Sin embargo, quienes antes lo habían amado, no dejaron de quererlo. Y hasta hoy, la tribu de los cristianos, que le debe este nombre, no ha desaparecido. (Flavio Josefo, año 93 ó 94)
  • Cristo había sido ejecutado en el reinado de Tiberio por el procurador Poncio Pilato; la execrable superstición, momentáneamente reprimida, irrumpía de nuevo, no sólo en Judea, origen del mal, sino también por la Ciudad (de Roma), lugar en el que de todas partes confluyen y donde se celebran toda clase de atrocidades y vergüenzas. (Tácito, año 116 ó 117)


La iglesia etíope cree que Pilatos se hizo eventualmente cristiano y lo venera como santo. Hay quienes opinan que se suicidó, hecho improbable por lo demás.

Pilatos en los Evangelios

  • Según los Evangelios, Jesús fue apresado por un grupo de hombres armados, por orden de Caifás y los sumos sacerdotes. Solicitaron a Pilatos que le ejecutara, ya que la pena capital sólo podía ser aplicada por los romanos. A pesar de no hallarlo culpable, Pilatos deja que el pueblo decida entre liberar a un preso de nombre Barrabás o liberar a Jesús.

El pueblo liderado por los sumos sacerdotes escogen la liberación de Barrabás y la crucifixión de Jesús. Ante esa decisión Pilatos se lavaba las manos para indicar que no quería hacer parte de la decisión tomada por la muchedumbre. Pilatos dice "No soy responsable por la sangre de este hombre". A lo que la multitud responde "Que su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros descendientes."

Filmografía [editar]

Año Película Director Personaje
2007 En busca de la tumba de Cristo Giulio Base Hristo Shopov

|1979|| La vida de Brian|| Terry Jones ||

Enlaces externos

Fuente:
http://es.wikipedia.org/wiki/Poncio_Pilato

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