lunes, 7 de abril de 2008

Jesucristo de los desesperados

Jesucristo de los desesperados

Abel García, Perú

Una de las principales denominaciones que trabajan en el Perú ha realizado una gran conferencia denominada "Crece y multiplícate", animando a su liderazgo nacional a implicarse con la expansión numérica de la iglesia en los próximos años. Es su compromiso doble con dos grandes principios teológicos, uno a nivel misiológico (el cumplimiento de la Gran Comisión a toda costa) y el otro de tipo escatológico (la premisa pre-milenial y pre-tribulacionista que deriva en una visión fatalista y degenerativa del mundo), que le dan sentido a las motivaciones de la evangelización: hacerlo porque es un mandato ineludible del Señor Jesucristo y hacerlo porque el Apocalipsis está cerca, el mundo se destruye, se hunde y hay que rescatar a la mayoría de las personas de este gran naufragio, a lo Moody.

Este primer principio teológico basado en la Gran Comisión se concentra en la palabra "Id" (Mt. 28:19). Las iglesias suelen hacer el esfuerzo de ir al griego, de donde dice que el verbo se encuentra en forma de un participio pasivo deponente de aoristo, lo que significa que la traducción verdadera debe ser "yendo". Es decir, "cuando estén yendo, hagan discípulos", y se enfatiza fuertemente en ese proceso doble: yendo por nuestros caminos-haciendo discípulos en ese caminar (1).
Yo me quiero concentrar en un punto vinculado a la Gran Comisión. Sabemos que Cristo se la encarga a los apóstoles en un contexto en que los once habían pasado tres años con Él. Pueblo tras pueblo, con multitudes, a solas, por los desiertos, por el mar de Galilea, por el Jordán, en el Templo jerosolimitano, en sinagogas citadinas, en las norteñas tierras extranjeras, en cenas pudientes, en meriendas multitudinarias. Ellos se sabían discípulos del maestro, tanto que algunos lloraron amargamente su negación (Mt. 26:69-75; Mr. 14:66-72; Lc. 22:55-63; Jn. 18:15-18,25-27) o se colgaron de una cuerda por su traición (Mt. 27:3-10; cf. Hch. 1:16-20). Tres años, día tras día, aprendieron del verdadero Rabí, del mismo Dios hecho hombre, de sus enseñanzas, de sus milagros, de su compasión, de su rabia al ver profanado el templo sagrado. Su discipulado era complejo, completo e integral. Era paciente, esforzado, vivencial, nada haragán, de día a día. Si a ellos les decían la palabra "discípulo", todo lo anterior y mucho más venía de inmediato a sus cabezas.

Teniendo en cuenta esto pregunto: ¿Qué pensaban los originales receptores del mensaje (los apóstoles) al recibir el mensaje de "ir yendo haciendo discípulos", considerando el entrenamiento que habían recibido? Creo yo que reflexionaban en el ejemplo recibido de Jesús aplicado directamente a ellos mismos, que de ninguna manera tenía a la inmediatez como característica. Para ellos la labor de Jesús fue como una maratón, no una carrera de cien metros planos. Entendían que hacer discípulos es un trabajo largo, no una cosa de una campaña de una noche, una mano levantada, las palabras de un consejero, el llenado de una ficha o la invitación a una reunión. Lo comprendían por sus propias vidas transformadas.

Si el "hacer discípulos" era algo largo y trabajoso según la forma que Cristo estableció en su labor terrestre, para un claro entendimiento de la Gran Comisión se necesita encontrar el hilo conductor del andar del Jesús en misión. Yo pienso que es necesario comenzar por Lucas 4:16-30, una especie de génesis o bosquejo programático del ministerio del Señor. Sé que antes estuvo el bautismo, la tentación, la charla nocturna con Nicodemo, la primera limpieza del templo, las bodas de Caná, algunos milagros, pero ninguno de estos eventos son un compendio, una base inicial, un marco de referencia de todo Su ministerio. El discurso en Nazaret sí lo es.

Nazaret (2) es la ciudad "donde se había criado" (v. 16). Por lo tanto, Jesús es una figura familiar para su auditorio ya que es un miembro de la comunidad a la que frecuentado todos los sábados por muchos años. Con mucha probabilidad había hecho antes el mismo acto de leer y reflexionar que caracterizaba a la extensa liturgia compuesta de oraciones y lecturas (en ella se leían algunos pasajes de la Ley y de los profetas. Luego, alguien ofrecía un comentario a la asamblea. Jesús hace esto último según el texto lucano), y en esta ocasión Jesús cita a Tritoisaías, profeta enigmático que habla de temas diversos en sus diez capítulos aunque se puede centrar su enseñanza en dos ejes. El primero es la justicia (Is. 56:1), el segundo es precisamente el pasaje citado por Jesucristo (Is. 61:1-3). Ambos textos hablan de un consuelo por venir que traerá bendición y salvación de Dios a todo el pueblo, aunque condicionado a la práctica de la justicia. "Dios quiere escuchar a su pueblo, salvarlo de la situación en que se encuentra. Pero el hombre debe colaborar, cambiando de actitud y de conducta" (3). Con ese contexto en mente, el sexteto misiológico citado por Jesús cobra más relevancia:

- Dar buenas nuevas a los pobres/abatidos
- Sanar/vendar a los quebrantados de corazón
- Pregonar/publicar libertad a los cautivos
- Vista a los ciegos
- Poner en libertad a los oprimidos/presos
- Predicar el año agradable del Señor/año de gracia, día de venganza

El anuncio, la sanidad y la liberación son expresiones de la misión de Jesús dentro de un contexto temporal aplicado a un nuevo jubileo sin opresores-oprimidos-abatidos-invidentes-desesperados. Es una trama nueva donde se anuncia una esperanza que nos sugiere colaborar con esta acción de Dios manifiesta desde que "el reino de los cielos se ha(n) acercado" (Mt. 4:17). Lo fantástico es que "todo se había cumplido en ese momento" (Lc. 4:21), para sorpresa general de los nazarenos, que reaccionan de una manera ambigua, aunque finalmente pretenden despeñarlo porque Sus palabras no estuvieron de acuerdo con su particular esperanza.

El esqueleto de la secuencia global puede ser como sigue:

- Jesús define su misión (Lc. 4:16-30)
- Jesús aplica su misión (la gran mayoría de los evangelios)
- Jesús delega la misión (Mt. 28:19)

Marcando distancia con la muerte en la cruz, misión exclusiva del Señor por su condición única de redentor del mundo, creo que el pasaje lucano estaba marcado en la idea apostólica de "hacer discípulos", siendo imposible divorciar ambos eventos. Hacerlo de una manera distinta es un error que nos ha costado caro a través de la historia de la iglesia cristiana y más en los siglos recientes, donde hermenéuticas fundamentalistas olvidaron la profunda relación de ambos textos.

Si este es el marco de referencia de los apóstoles a la hora de hacer discípulos, es necesario analizar las aplicaciones prácticas en nuestra misiología. Sé que "hoy, aquí, en el Perú y en todo el mundo, el jubileo es una esperanza ya cumplida, pero, como el mismo reino de Dios, es una realidad que "ya pero todavía no", donde será más presente cuando los cristianos sean más concientes y sensibles de su papel en la misión de Dios y su proceso reconciliatorio. Por ello este mensaje de Jesús atento al pobre como opción preferente (pero no única), demanda de nosotros compasión, un compartir permanente, solidaridad, renuncia, sacrificio, lucha por la justicia en todas sus instancias pero, en especial, por la justicia económica" (4), entendiendo la especial prioridad en el texto hacia los desposeídos. Debo añadir, sin embargo, que no es lo único que se infiere del pasaje bíblico. ¿Por qué digo esto? Porque se nos habla de los quebrantados de corazón, de los de corazón roto y pulverizado. Un problema en la teología latinoamericana es que la opción por los pobres ha sido sacralizada casi a niveles absolutos (aclaro que creo en ella) cuando en realidad no es una opción exclusiva. Existe un nivel de la misión de Jesús dedicada de una forma práctica al trato de la desesperanza, de la angustia, del sufrimiento humano, de la crisis psicológica, de las lágrimas permanentes. Por su trato con el sufrimiento resucitó a dos personas, sanó multitudes, dejó que lavaran sus pies con un aceite caro. Es, como dice Gabriela Ibarra en su excelente blog: un Cristo que se compromete en acción por los desesperados sin importar si son ricos o pobres. Y este es un ejemplo patente, un gran compromiso y ejemplo del Señor para nosotros.

Dicen que este será el siglo de los psicólogos porque la violencia, el terrorismo, la solidaridad distorsionada, la migración, el feminismo, la postmodernidad, la "nueva" moral, el escenario internacional, y tantas otras cosas machacarán nuestras almas hasta el punto de hacerlas perder el sentido de la vida, andando errantes sin saber qué hacer en este mundo que ofrece tecnología pero quita espíritu, entrega riqueza pero también sin sentido. Esto ya sucede desde hace varias décadas pero nos dicen que se agravará. ¿No es una contradicción que las estrellas del cine y la música sean, al mismo tiempo, personas que lo tienen todo pero que a la vez buscan la auto destrucción en las drogas o en el comportamiento suicida?

Cristo también vino para ayudar a la psiquis del hombre postmoderno. Por supuesto, no de la manera que la iglesia ha estado haciéndolo hoy. Muchas comunidades aún creen que la psicología es del mundo, venida directamente de la naturaleza pecaminosa y del diablo. Para muchas una depresión se cura expulsando a los espíritus territoriales o denunciando a las canciones demoníacas que escuchamos en la radio. Para otros una esquizofrenia no es más que un demonio en posesión de una persona (y no digo que no sea así, pero ¿siempre?) al cual hay que expulsar sin conmiseración. Eso no nos sirve para nada. La abyecta desesperanza tiene raíces más profundas, no es tan fácil como un demonio dentro de alguien. Por ello debemos cambiar, siendo apoyo real a la humanidad abatida, preparados para socorrer y rescatar de las fauces de la nausea inmisericorde, entendiendo el dolor del otro, comprendiendo que también los cristianos pueden tener vacíos existenciales, asumiendo los pasivos de la presión mediática, siendo realmente servidores y no jueces de pena capital. Leyendo a Lucas entendemos, con claridad, que verdaderamente nuestro maestro era el Jesucristo de los pobres, pero también el de los desesperados.

Referencias

(1) Un brevísimo pero adecuado resumen está en http://anyulled.blogspot.com/2007/02/la-gran-comisin.html

(2) http://www.autorescatolicos.org/fidelonoro0044.htm
(3) Sicre, José Luis. Profetismo en Israel. Estella: Editorial Verbo Divino, 2005. Pag. 248.
(4) http://teonomia.blogspot.com/2007/04/jess-definiendo-su-misin-el-manifiesto.html
Fuente: Lupaprotestante.com

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