martes, 18 de marzo de 2008

El Poder de Dios

El Poder de Dios

Por Lauro A. Roybal

Pastor

La palabra de Dios habla de un poder sobrenatural, una fuerza espiritual que Dios pone a disposición de sus verdaderos siervos y creyentes obedientes. Este poder les permite resistir el lado oscuro de la maldad, y las atracciones negativas de nuestro ser egoísta y naturaleza egocéntrica.

Esta fuerza real de Dios es el Espíritu Santo.

El Espíritu Santo es una persona divina, no solo es el mismo poder de Dios, sino que es Dios. Es la tercera persona de la trinidad, que puede habitar dentro de cada uno de nosotros si estamos dispuestos a creer y aceptar las verdades de las Sagradas Escrituras.

Jesucristo dijo, en sus últimas instrucciones a sus discípulos, “Pero recibiréis poder, cuando el Espíritu Santo venga sobre vosotros; y me serán testigos en Jerusalén, en Judea, en Samaria y hasta lo último de la tierra” (Hechos 1:8).

Estarían conectados directamente los apóstoles a ese poder prometido para que pudieran hacer su obra de testificar acerca de Jesucristo por todo el mundo, comenzando desde Jerusalén. El libro de los Hechos registra los primeros años de esos esfuerzos, incluyendo los milagros dramáticos de los apóstoles.

Jesucristo dejó claro que el Espíritu Santo estaría conectado con ese poder. La palabra griega que se traduce al español como “Poder” en La Biblia es “dunamis”. También se traduce como “fuerza, obras poderosas, milagro, poder, y virtud”. Es la misma raíz de donde se derivan las palabras como “dínamo” y “dinamita”. Todos estos términos se relacionan con poder, fuerza y energía, no con personas.

Al escribirle Pablo a su compañero en el ministerio Timoteo, describe el efecto que deberá tener el Espíritu Santo en las vidas de los seguidores de Jesucristo:

Por lo cual te aconsejo que despiertes el don de Dios, que está en ti por la imposición de mis manos. Porque no nos ha dado Dios el espíritu de temor, sino el de fortaleza, y de amor, y de templanza.” (2 Timoteo 1:6-7).

El Espíritu de Dios es la fuente de poder—de actividad, energía, dinamismo—y un espíritu de amor profundo de Dios y de una mente sana, racional y auto-controlada. Es quien elimina la ceguera espiritual que cautiva y aprisiona nuestras mentes carnales.

Nos permite ser como Jesucristo, tener el mismo poder disponible que El tuvo dentro de si. Lucas 4:14-15 describe ese poder trabajando dentro de su ministerio:

“Y Jesús volvió en virtud del Espíritu (dunamis) á Galilea, y salió la fama de él por toda la tierra de alrededor, Y enseñaba en las sinagogas de ellos, y era glorificado de todos.”

En Hechos 10:38 Pedro resume el ministerio de Jesús mostrando que Dios ungió a Jesús de Nazaret con el Espíritu Santo y con poder (dunamis)

“Cuanto á Jesús de Nazaret; cómo le ungió Dios de Espíritu Santo y de potencia; el cual anduvo haciendo bienes, y sanando á todos los oprimidos del diablo; porque Dios era con él.”

Aquí vemos que el Espíritu Santo fue quien le permitió a Jesús ejecutar sus asombrosos milagros y hacer el bien y sanar durante su ministerio terrenal. Este Espíritu Santo es la misma presencia de Dios, activamente trabajando dentro de sus siervos (Ef. 2:22; Fil. 2:13). El Espíritu Santo de Dios también juega un papel vital en nuestras vidas, permitiéndonos tener una transformación milagrosa dentro de nosotros. Dios nos dice que nosotros también, podemos recibir ese poder y fuerza invisible

Dios nos dice que nosotros también, podemos recibir ese poder y fuerza invisible. Y nos dice como:

Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.” (Hechos 2:38).

Aquí vemos que parte del proceso es primero arrepentirse de sus pecados pasados y luego bautizarse para que reciba el perdón. No es meramente el acto de bautismo sin antes haberse arrepentido.

Piénselo, ¿Se arrepintió usted de sus pecados pasados cuando se bautizó o fue solo un rito realizado por sus padres? Tal vez su bautismo no es el tipo de bautismo que Dios pide y requiere para poder recibir su Poder, es decir, el Espíritu Santo.


Dios ahora está mandando a todos los hombres en todas partes a que se arrepientan. (Hch. 17:30) para que puedan recibir el Espíritu Santo de Dios; quien actuará poderosamente en nuestras vidas.

“Pero Dios, que a este respecto toleró la ignorancia humana en el pasado, ahora nos ordena a todos, sea cual sea el lugar donde cada cual habite, que nos volvamos a él y que a él sólo adoremos.” (Hch. 17:30 CST)


Fuente:

Tomado y adaptado de:

http://www.unidamex.org.mx/contenido/CARTA_DEL_PASTOR/poder.htm

No hay comentarios:

Buscar este blog